Un Francia-Uruguay con dos siglos de historia político-cultural de fondo

4 julio, 2018

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Cavani PSG AFP

La poesía del balón también acercó a los dos pueblos.

Dos siglos de historia común van a contemplar a las selecciones de Francia y de Uruguay el viernes en cuartos de final del Mundial-2018, en Nizhni Nóvgorod: ambos países han tejido una relación especial, sobre un telón de fondo político, cultural y futbolístico.

El punto de partida se sitúa a inicios del siglo XIX, cuando Francia es señalada como el primer país en reconocer la independencia de Uruguay (declarada en 1825 y consagrada en 1828), antes de intervenir para apoyar a Montevideo en la llamada Guerra Grande.

Inspirándose en Francia, la nación "charrúa" separó a la Iglesia del Estado en 1917 (una rareza en ese entonces en una Sudamérica muy católica) y calcó su código civil del Código Napoleónico.

Numerosos dirigentes políticos se formaron en el liceo francés, denominado Jules Supervielle, en homenaje a uno de los tres grandes poetas franceses nacidos en Montevideo, junto con el Conde de Lautréamont (Isidore Ducasse) y Jules Laforgue.

El francés fue el primer idioma extranjero obligatorio en la escuela secundaria hasta los años 1990. Además, Uruguay es uno de los raros países latinoamericanos miembros de la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), como observador (junto con Argentina y Costa Rica).

De Laurent a Cavani

La poesía del balón también acercó a los dos pueblos. De entrada, con un hecho histórico: en Montevideo el atacante Lucien Laurent anotó el primer gol de la historia de una Copa del Mundo, el 13 de julio de 1930 (Francia-México 4-1).

Fue en el estadio de Pocitos, hoy destruido. No lejos del mítico Centenario, hay una placa conmemorativa de aquella gesta, ubicada en el lugar exacto del arco que hizo célebre al francés fallecido en 2005.

Sobre las cuatro estrellas que exhiben orgullosos los uruguayos en su camiseta nacional, añadiendo los dos oros olímpicos ganados antes de que se disputara el primer Mundial, la primera alude al título de los Juegos de 1924, ganados en París.

Algunos grandes futbolistas uruguayos han desplegado su magia en tierra gala, desde Ildo Maneiro en Lyon en los años 1970, hasta Edinson Cavani, quien recientemente se convirtió en el máximo artillero de la historia del París Saint Germain.

Pero quién no recuerda el paso del elegante Enzo Francescoli a fines de la década de 1980 por tierra francesa (Racing Club de París y Marsella).

De hecho, se transformó en el ídolo del futuro icono del fútbol francés, Zinedine Zidane, quien bautizó a su primer hijo con el nombre de pila del "Príncipe", Enzo, en homenaje al charrúa.

La cuadrilla uruguaya también dejó marca a fuego en Nancy, con Rubén Umpiérrez (1978-1985), Carlos Curbelo (1971-1980) y luego su hijo Gastón (2000-2009), y sobre todo Pablo Correa, quien ha militado y luego entrenado varias veces entre 1995 y 2017 a este club.

Modelo francés

Antoine Griezmann se encuentra un poco en esta confluencia. Ha desarrollado la garra charrúa desde su debut en la Real Sociedad, gracias a su entrenador Martín Lasarte y su compañero Carlos Bueno, para después también compartir mate en el vestuario del Atlético Madrid con los centrales Diego Godín y José María Giménez, sus rivales del viernes, precisamente.

Pero la influencia es de ida y vuelta. El seleccionador uruguayo, Oscar Tabárez, había asistido al Mundial-1998 como miembro del grupo técnico de la FIFA y lo aprovechó para aprender e implementar ciertas enseñanzas en su tierra.

En Copa del Mundo, ambas selecciones se cruzaron tres veces, siempre en fase de grupos: 2-1 para la Celeste en 1966, 0-0 en 2002 y en 2010. El viernes se escribirá un capítulo más de esta larga historia entre ambos países.

 

/ AFP