Ganar enamora: cómo cambió a Rusia el Mundial
Con dos triunfos, Rusia es el primer clasificado a los octavos de final. En las calles se vive una euforia que se mezcla con la sorpresa. Desde la apatía original, lentamente los rusos se van entusiasmando con la copa.
El de Rusia 2018 es un mundial que arrancó raro. Varios de los equipos que a priori sonaban como candidatos - Alemania, Argentina, Brasil - no pudieron llevarse un triunfo en la primera fecha de la fase de grupos.
De hecho, sólo tres de los cabeza de serie pudieron ganar su primer partido. La contracara de este fenómeno son las sorpresas.
Y entre ellas, por su contundencia y efectividad, sin dudas se destaca el local que ganó y goleó en sus dos primeros partidos y se convirtió así en el primer equipo en garantizarse su lugar en la segunda vuelta.
Nadie esperaba nada de los locales. De hecho, en los meses previos la noticia era la ausencia de clima mundialista.
El equipo, decían los mismos rusos, llegaba al mundial herido y sin fe. Pero la cosa empezó a cambiar el mismo día de la inauguración de la copa, el jueves 14 cuando goleó 5 a 0 a Arabia Saudita en el Luzhnikí de Moscú.
Los rusos llenaron el estadio y también dijeron presente en masa en el Fan Fest de Moscú que queda sobre una colina desde la que se ve la cancha y, más atrás, toda la ciudad.
Ganar enamora
El deporte colectivo principal en Rusia es el Hockey sobre hielo. Su selección de fútbol hacía 32 años que no pasaba a segunda vuelta en un mundial y su última conquista fue en 1988, cuando la por entonces Unión Soviética ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl.
Por eso tal vez la apatía con la que se vivió la previa del mundial, considerado por los rusos más como un show para los extranjeros que una fiesta propia.
Pero lentamente se van acercando a las peatonales del centro en las que cada noche se arma una fiesta de hinchadas para sacarse selfies con los excéntricos fanáticos del mundo.
Y no solo eso, el inesperado triunfo deportivo está generando ya no sólo un entusiasmo nocturno y festivo, sino también una expectativa deportiva.
El martes los hinchas siguieron atentos el partido en todo Moscú y con cada gol se escuchaban gritos afónicos, bocinas y cornetas, incluso en los barrios periféricos de la ciudad. Con los buenos resultados brota el optimismo. Es que ganar enamora.
/ DW
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