Lula cumple su primer mes en la cárcel

7 mayo, 2018

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A punto de cumplir un mes preso por corrupción en Curitiba, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva se acostumbra poco a poco a su nueva realidad mientras se hace a la idea de que ya no competirá en las elecciones de octubre para volver a gobernar Brasil. En cambio, en el Partido de los Trabajadores (PT) aún no les cayó la ficha e insisten con su candidatura, en una estrategia que puede perjudicar mucho a la mayor fuerza de izquierda de América Latina.

Pasado mañana se marcará un hito emocional clave para Lula: detenido en la Superintendencia de la Policía Federal, habrá superado los 31 días que pasó encarcelado en 1980, luego de encabezar como líder sindical una serie de huelgas obreras contra la dictadura. Consciente ahora de que está al borde de su ocaso político, el exmandatario pasa las horas casi aislado, entre lecturas de libros, ejercicios físicos, programas de televisión, "baños de sol" y visitas de sus familiares, abogados y correligionarios, más preocupado por su libertad que por volver a comandar el Palacio del Planalto, aunque las encuestas aún lo muestran como el favorito.

A pesar de los esfuerzos de su equipo de defensa por liberarlo, la legislación electoral (ley de ficha limpia) no permite que una persona condenada en segunda instancia sea candidata a un cargo electivo. Y, en el caso de Lula, un tribunal de apelaciones ya ratificó la sentencia del juez Sergio Moro por corrupción y lavado de dinero en el marco de la operación Lava Jato, y le impuso una pena de 12 años y un mes de reclusión. Fue por haber recibido un departamento tríplex de la constructora OAS a cambio de garantizarle a la empresa contratos con Petrobras durante su mandato (2003-2010), aunque el expresidente está también procesado en otras seis causas.

La semana pasada, tras visitar a Lula, el exgobernador de Bahía Jaques Wagner -considerado un eventual reemplazante del exmandatario- causó un cisma en el PT al señalar que el partido debería considerar unirse a otra fuerza de izquierda, el Partido Democrático Laborista (PDT), y aceptar tener un candidato a vicepresidente en la fórmula encabezada por Ciro Gomes, exgobernador de Ceará. De inmediato, la presidenta del PT, la senadora Gleisi Hoffmann, rechazó la idea y subrayó que no hay plan B. "El PT está en un dilema muy serio, dividido entre los radicales exaltados, como Hoffmann, que quieren continuar la 'lucha' a cualquier costo, y los sensatos más pragmáticos, como Wagner, que advierten que si no se busca una alternativa, el resultado electoral será desastroso para el partido", dijo a LA NACION el analista David Fleischer, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.

Con información de El Comercio.