Europa reabre la guerra migratoria en vísperas de la firma del Pacto Mundial de la ONU

8 diciembre, 2018

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La Unión Europea acude dividida a la conferencia que se celebrará los próximos días 10 y 11 en Marrakech para la firma del Pacto Mundial para la Migración.

La Unión Europea acude dividida a la conferencia que se celebrará los próximos días 10 y 11 en Marrakech para la firma del Pacto Mundial para la Migración. No es un acuerdo vinculante, pero el espíritu que emana este documento de 34 páginas gestado en el marco de Naciones Unidas molesta a partidos y gobiernos para los que el fenómeno de la migración se ha convertido en la peste del siglo XXI.

Con la profunda brecha de la crisis de los refugiados de 2015 aún abierta y más disposición por parte de algunos socios a mantenerla sangrante que a cauterizarla, la Unión Europea exporta así sus diferencias, dinamitando las bases de la Acción Común y el catálogo de derechos y valores que pusieron a la UE a la vanguardia en valores del mundo. En la democracia con valor añadido que conocíamos. El Occidente de antaño.

En una reacción sobreactuada dado el carácter del Pacto, pero muy en línea con su trayectoria en la Casa Blanca, el primer mandatario democráticamente elegido que se desmarcó del acuerdo fue Donald Trump, hijo de inmigrantes y dos veces casado con mujeres migrantes. Trump prefiere hacer frente a los desafíos globales y la migración es uno de ellos, a su manera. Por ejemplo, cerrando el Muro a los migrantes llegados a su fronteras con México en la Caravana del Hambre. Han seguido el ejemplo de Trump la República Dominicana, Israel y Australia, naciones también éstas de inmigrantes, muy a su pesar.

Retirada de países En Europa, por el momento, han dicho 'no' al Pacto para ordenar la migración y consensuar derechos mínimos para los migrantes Hungría, Austria, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Croacia y Bulgaria. Italia se lo va a pensar un poco más y Suiza hará lo mismo. En el caso de Hungría, la razón esgrimida por el presidente Viktor Orban, es que el Pacto es "peligroso" e "incitaría a millones de personas a tomar ese camino". Polonia cree que el Pacto no garantiza "la seguridad nacional" y, en cuanto a Italia, en manos de una coalición dominada por el ministro de Interior y líder de la Liga, Matteo Salvini, el argumento es que el Pacto tiene que ser discutido con tiempo por el Parlamento "El Gobierno italiano no irá a Marrakech, no firmará nada", ha dicho Salvini.

La enviada especial de la ONU para la Migración, Louise Arbour, está "muy decepcionada" ante la retirada del Pacto de ciertos países. Para ella, la negativa a suscribir un cuerdo tan negociado que resulta farragoso sólo puede deberse a "presiones de política interna" y por "razones extrañas".

Porque el Pacto "no es vinculante, ni crea nuevas obligaciones para los Estados", insiste en declaraciones a este diario Eugenio Ambrosi, jefe de Gabinete del director general y director regional de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) para la UE, Noruega y Suiza. "La fuerza y viabilidad del Pacto radican en la habilidad de los países para cooperar entre sí, en la creación de alianzas genuinas y equilibradas entre Estados, comunidades y migrantes. Esa es la clave".

Es evidente que la trinchera en la que acuden los europeos a la hermosa ciudad marroquí divide a la Unión en dos. El viejo Occidente al Oeste, el nuevo al Este.

Y, en medio de esa Europa a dos velocidades, Austria, en manos de una coalición de populares y de la extrema derecha del FPÖ. Detractores del PactoLa pequeña república alpina, amante de los equilibrios imposibles y Presidencia de turno de la UE, ha preferido distanciarse una vez más de su poderosa vecina y seguir haciendo ojitos a los halcones del grupo de Visegrado.

Este bloque antiinmigración y en política migratoria casi endogámico, comenzó a gestarse en 2015, cuando la canciller alemana, Angela Merkel, decidió abrir las fronteras a los cientos de miles de personas que se agolpaban atrapados en la ruta de los Balcanes. Fue el origen del mayor flujo migratorio que se registraba en Europa desde la II Guerra Mundial. Fue el pistoletazo de salida a una forma distinta de hacer política.

En Alemania, donde tampoco ha faltado el debate, la batuta de la controversia ha estado en manos de la populista Alternativa para Alemania (AfD). Para esta formación, como para casi todos los partidos y gobiernos detractores del Pacto, no se diferencia debidamente entre migración legal e irregular.

Además, ven en el Pacto un ataque a la soberanía nacional en la medida en que merma la capacidad de cada país para diseñar su política migratoria. "Hay gente que piensa que pueden resolver todo ellos solos y que no necesitan pensar en nadie más y esa es la forma más pura de nacionalismo", dijo Merkel en su defensa del Pacto en el parlamento. En palabras de Ambrosi, "un país sin socios no es un país con mucho control".

Desde Bruselas la división del continente se sigue muy de cerca, con interés, preocupación y resignación. Saben que el tema está herido de muerte, pues es un plato demasiado jugoso y cómodo para el discurso populista.

Fácil ganar y muy poco que perder. Esta misma semana, el comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramópulos, instó a los escépticos comunitarios a replantear bloqueo, informa Pablo R. Suanzes. "Preferiría que todos los Estados Miembros estuvieran plenamente en una posición común.

No es así, algunos no tienen voluntad de ser parte. Les pido que lo reconsideren, en interés de la Unión Europea y de todos los países afectados por el fenómeno migratorio", animó. En el Ejecutivo comunitario hubo una enrome decepción hace unas semanas cuando Viena anunció su 'no'. "Lamentamos la decisión que ha tomado el Gobierno de Austria, seguimos creyendo que la migración es un reto global para el que sólo soluciones globales y una responsabilidad global dará resultados", dijo entonces la portavoz de la Comisión Natasha Bertaud.

Era una baja sensible, el país que tiene la Presidencia de turno, el que en cierto modo marca la agenda y saca adelante (o no) buena parte de los dosieres. Y que se incline cada vez más y de forma tan evidente con el Visegrado en lo que afecta a migración o derechos humanos tiene consecuencias, porque arrastra. En Bélgica, esta semana el Gobierno está contra las cuerdas por culpa de la N-VA, el partido flamenco de derechas que a raíz del anuncio del canciller austriaco Kurz decidió sumarse al boicot.

El primer ministro francófono Charles Michel se niega a retirar al país del Pacto Global, y le está costando una crisis muy severa en el Gobierno. Ya no son los sospechosos habituales, los que están en el extremo, sino los que pueden sumarse en la crítica populista a un pacto no vinculante pero que enciende las pasiones más bajas e irracionales.

El Pacto Mundial para la Migraciones contiene varios principios dedicados a los derechos humanos y los niños, además de una serie de medidas para apoyar a los países frente a la migración.

Su texto plantea 23 objetivos y principios generales destinados a permitir una "migración segura, ordenada y regular".

Entre ellos está suministrar información sobre movimientos migratorios, facilitar las vías para una migración regulada, procurar condiciones de trabajo dignas para los migrantes, combatir el tráfico de personas, administrar las fronteras de manera integrada, segura y coordinada, utilizar la detención de migrantes sólo como último recurso y proveer a los migrantes de servicios básicos.

La información pertenece a El Mundo