Jaeggli describió el impacto que los eventos del Club Centenario tuvieron en su calidad de vida. “Estoy con las pelotas hasta el cielo de la paciencia que le tuve”, afirmó, señalando que el ruido es tan intenso que hace vibrar las ventanas de su casa. Según relató, incluso llegó a asistir en pijama a una de las fiestas para pedir personalmente que bajaran el volumen de la música. “Les dije: por favor, bajen el volumen… Apagaron un poco, pero después le metieron otra vez”, comentó.
El exsenador expresó su desacuerdo con que el club alquilara sus salones para eventos ruidosos, argumentando que esto contradecía el propósito original de la institución. “Esto es un Centenario, no un boliche… Tiene que ser un club que no haga daño a la gente”, enfatizó. Además, aseguró que no tolerará más ruidos y que tomará medidas legales si la situación persiste. “Si me toca una sola música, le voy a hacer una demanda, les voy a sacar un millón de dólares”, advirtió.
Jaeggli también comparó la situación con las normativas de otros países, señalando que en lugares como Suiza, Alemania y España se respetan las reglas de convivencia. “Quiero que se respete como se respeta en esos países”, agregó.
El empresario instó a las autoridades del club a trasladar los eventos a salones más alejados para evitar molestias a los vecinos. “Estoy esperando a ver qué resulta de todo este quilombo que estoy armando”, concluyó, reiterando su pedido de que cesen las actividades musicales cerca de su residencia.